Siempre
nos han contado anécdotas de oficios que han ido despareciendo con el paso del
tiempo. Este proceso, en algún sentido natural, se ha debido en gran parte al
avance de la tecnología que deja obsoleta y/o ineficiente la mano humana para
ese mismo trabajo. Pero otros desaparecen debido a que el propio desarrollo
económico y las nuevas formas de consumo y urbanas hacen que haya trabajos que no
encajen en las sociedades modernas (al menos en occidente). Entre estos se hace
saber por ejemplo el pregonero anunciando los trapicheos del alcalde, el sereno
vigilando las calles o el ascensorista.
¿Por
qué esto en este blog?, pues para rendir homenaje a un oficio muy ligado a la
cartografía y que ya no existe, o al menos en su concepción tradicional. Se
trata del valeroso y admirable oficio de explorador.
Me refiero al explorador clásico, al que va con pantalones cortos beige,
calcetines en alto, gorro, rifle y séquito de exploradores/porteadores. Ése que
diciendo que iba a encontrar oro, las fuentes de la vida eterna o cualquier
rareza mitológica, consigue financiación de reyes o la Royal Geographical
Society de turno y se marcha a un sitio sin la más remota idea de lo que se va
a encontrar detrás del siguiente árbol, duna o montaña, donde antes no ha
pasado nadie (o al menos no ha quedado registrado). Digo que se ha perdido este
oficio simplemente porque sobre la tierra ya no queda nada que explorar,
al menos, como he mencionado antes, “en su concepción tradicional”, quedando
aún tres grandes frentes pero que serían otro cantar: el centro de la tierra,
las fosas oceánicas y el espacio… Claramente inaccesibles, o al menos con la
indumentaria antes descrita.
Bueno,
entonces, el porqué de esta nostalgia y este rollo de los exploradores. Pues
bien, este verano dando tumbos por África, Botswana principalmente, puse mucho
en valor la valentía de los hombres (era un oficio y una época muy reservada
con temas de géneros) que se fueron a ese continente y que, con algo de
compañía local, se lanzaban a explorar, conocer y cartografiar nuevas tierras.
Entre estos, y siendo predecesor de otros míticos como Stanley, Bauman o
Livingstone, pude adquirir un mapa-diario de los viajes del Monsieur François Le Vaillant, concretamente una
magnífica obra de arte, hecha para el rey Luís XVI por uno de los más famosos
dibujante de mapas de la época Monsieur De Laborde, bajo el nombre de “Partie Méridionale de l'Afrique depuis le
Tropique du Capricorne jusqu'au Cap de Bonne Espérance contenant les Pays des
Hottentots, des Cafres et de quelques autres Nations”
Este romanticismo entorno al oficio de explorador-naturalista del siglo XVIII me sale porque Le Vaillant, en el fondo, tenía esta misma manera de pensar. Nacido en el 1753 en Surinam, por eso no me extraña nada su pasión, de pequeño ya sentía admiración por el medio natural, a lo que se añadió su ferviente admiración por el romanticismo de Jean Jacques Rosseau respecto a la concepción del mundo que nos rodea y tal y como decía “viajar en la naturaleza como una experiencia de la libertad humana original”. Eso le llevo a ejercer como explorador-ornitólogo-naturalista y a viajar entre 1781 y 1784 por la zona de la colonia de Suráfrica. De esta forma realizó tres viajes concebidos como exploración geográfica y de recolección de fauna y flora:
- 1r viaje por la zona del Cabo de Buena esperanza. Viaje corto del que no queda nada de su trabajo debido a el barco donde viajaban los resultados y la muestras fue hundido por su propio capitán al ver que iba a ser tomado por la marina inglesa (rollo guerra fría).
- 2º viaje de 16 meses que le llevo hasta los bordes de la colonia por la zona del Great Fish River. Destacar como en este viaje se aproxima bastante a lo que aún era considerado “Pays Innconnu”.
- 3r viaje de 6 meses por la zona del Orange River, frontera entre la actual Namibia y Suráfrica.
Partie Méridionale de l'Afrique depuis le Tropique du Capricorne jusqu'au Cap de Bonne Espérance contenant les Pays des Hottentots, des Cafres et de quelques autres Nations con las rutas del segundo y tercer viaje
Por
lo que parece, el rey Luís XVI era también un devoto en geografía y la
exploración del mundo. Por ello, cuando él, Le Vaillant, le regaló la primera
jirafa que pisaba suelo francés en la historia y leyó los diarios de viaje en los
que relataba estos casi en tono de libro de aventuras (con encuentros con
animales, etc.), sintió suficiente admiración e intriga como para pedirle que
trazara un mapa de sus viajes, poniendo a su disposición al mejor cartógrafo de
la época, De Laborde. Con las indicaciones de Le Vaillant (que realmente tampoco
sabía muy bien por donde había estado, lo que manda hue..), dibujaron este mapa
realmente singular. Esta singularidad se debe a ciertos elementos que en él se
encuentran y que le definen casi como un mapa-diario de viaje.
Para
empezar, incluye lógicamente aspectos geográficos muy bien definidos para la
época, principalmente las cadenas montañosas y cuerpos de agua, sobre todo
intentando definir con precisión las cuencas fluviales de los ríos de la
región.
Pero
por otro lado, debido a la propia condición de naturalista y antropólogo de Le
Vaillant aparecen los elementos que le dan esta característica de mapa-diario
de viaje. Para ello, Le Vaillant incluyó dibujos muy realistas y por tanto
antropológicamente enriquecedores (rompiendo con los moldes de cartuchos más fantasiosos
de mapas anteriores), de las tribus con las que se encontró, los Hotentotes,
los Cafres o Houswana (muy parecidos a los San) y Namaquois. Asimismo, aparece un
cartucho principal en el que sale el propio Le Vaillant en el país namaquoi con
su mujer (indígena) y su mano derecha, Klaas.
Cartuchos del mapa en el que sale Le Vaillant en un campamento y el referente a los Houswana en el que se observan sus vestiduras y armamentos
Por
otro lado, el mapa está plagado de dibujos de especies de flora y fauna. Expresamente los hizo dibujar en los puntos
en los que el mismo se encontró dichos animales o plantas y entre otros incluye
tres especies actualmente desaparecidas, como el bloubok. Eso sí, aunque en el
mapa parezcan muy simpáticos, cuando se observan en la realidad, y así se los
encontraba él, puedo asegurar que imponen bastante más respeto.
Fotografías: Alex y Víctor Sazatornil
Bueno,
esta entrada era sólo para dar a conocer a uno más de esos grandes personajes
trotamundos que tuvieron la oportunidad y sobretodo la valentía de conocer lo
inaudito. Su legado, una firme posición anticolonialista y antiesclavista, que
le llevo a morir sólo y arruinado, dos magníficas obras en forma de diarios de
viaje « Voyage dans l'intérieur de
l'Afrique » de 1790 y « Second
voyage dans l'intérieur de l'Afrique » de 1796, y finalmente, debido a su
faceta naturalista, en concreto como ornitólogo, importantes avances en dicha
ciencia, así como el nombre que se da a algunas especies de pájaros actualmente como
el Bateleur, Levaillant’s parrot o Levaillant’s
cuckoo.
PD: Este apasionante oficio de explorador nos conducirá ineludiblemente a realizar nuevas entradas sobre el tema
4 comentarios:
Molt bon article!!!
Gràcies Eudald!!!
Inspirador y romántico post. Es una pena reconocerlo pero lo que ganamos con la facilitad de desplazarnos lo perdemos en la forma de viajar para conocer, entender y aprender de otras personas y otros paisajes. Abraçades Alex
Muchas gracias Jorge!!! Totalmente de acuerdo contigo. Uno se preocupa más hoy en día por montarse bien el viaje que por conocer y comprender el sitio al que viaja...Espero que todo genial y seguro que estás como siempre deambulando al ritmo de Willy Fog
Un abrazo!!!
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