Permitidme por un momento que retome una cita de Johannes Blaeu de 1665 cuando llevó a cabo la recopilación de mapas que dio como resultado el “Atlas Maior” (cuya reedición de Taschen ha sido ya descatalogada muy lamentablemente).
"Se me ocurre que quienes consideran la historia como el ojo de la perspicacia política y la geografía como el ojo y la verdadera luz de la historia, dan en el clavo. Porque, tanto los grandes acontecimientos como los sucesos menores necesitan un lugar en el que producirse, y uno sólo sabe de los lugares gracias a la geografía..."
La geografía y los mapas nos ayudan a entender un poco la historia y, sobre todo, nos permite, de una forma muy gráfica, a través de los mapas, poder seguir con facilidad la cronología de la evolución de los fenómenos que acaecen sobre la faz de la tierra. Un buen ejemplo de ello es seguir un poco el rastro de la evolución de las sucesivas divisiones territoriales que este trozo de tierra que habitamos algunos, la península Ibérica, ha tenido a lo largo de la historia. Desde los Íberos, Celtíberos, Lusitanos, Romanos, pasando por Visigodos, Árabes, reconquistas, reinos varios, Austrias, Borbones, franceses invasores y batallas mil, llegamos a 1833. ¿Por qué?, sencillo, porque es cuando se definió la actual división provincial de lo que hoy conocemos como España.
Si nos ponemos un poco en situación, son años convulsos, la transición del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen, los años de la Revolución Francesa, el Imperio Napoleónico, las guerras entre franceses e ingleses que obligan a tratados de la corona de Carlos IV, cuya debilidad es alarmante y de la que Napoleón Bonaparte se aprovecha sin ningún tipo de problema en pos del poder. El rey había delegado en sus “ilustrísimas” Floridablanca, Godoy… Éste último es un personaje clave, sus alianzas con Napoleón y el reparto de Portugal con el tratado de Fontenebleau serían el principio del fin para Carlos IV. Con la famosa excusa de “vamos a invadir Portugal” los franceses se van adentrando sin oposición en España. La nobleza y el pueblo culpan a Godoy de la presencia de los franceses en España. En el famoso motín de Aranjuez buena parte de la aristocracia hispana logra que Godoy sea depuesto y finalmente la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, Fernando VII. Napoleón, que de tonto tenía poco, muy loco, pero nada tonto, se aprovechó de la debilidad del gobierno español y reunió a la familia real en Bayona y obliga al rey a abdicar en favor de su hermano, el popular “Pepe Botella”, José Bonaparte. De aquí, toda la Guerra de la Indepencencia, la constitución de 1812, la restauración absolutista de Fernando VII de 1814 a 1820, el trienio liberal (1820-1823) y, tras la muerte del “Rey Felón”, como se conoce a Fernando VII, el nombramiento de su sucesora, Isabel II y las consecuentes guerras Carlistas porque a su tío Carlos María Isidro de Borbón le dio por no reconocerla como legítima heredera.
Novissima et Acurratissima Regnorum Hispaniae et Portugalliae Tabula / Auctore F. de Witt. Fechado entre 1720-1778.
Si nos ceñimos a las divisiones territoriales es el paso de la antigua división de reinos, a las prefecturas de 1810 por la imposición francesa, al primer intento de creación de provincias que abarcasen todo el territorio de las Cortes de Cádiz, las Intendencias y Consulados de 1817. Un lío, en resumidas cuentas. Durante el Trienio liberal, tras el alzamiento de Riego, se trata de construir el “Estado Liberal” y se promueve la creación de una nueva división administrativa, que quedó aprobada provisionalmente en 1822, que constaba de 52 provincias, algunas de ellas Cartagena o Calatayud. Esta división nunca llegó a entrar en vigor y, en 1823, se produjo el reestablecimiento de las provincias del antiguo régimen.
En estas, tras la muerte de Fernando VII y el comienzo del reinado de su hija Isabel II, bajo la regencia de Maria Cristina, allá por 1833 se le encarga a Francisco Javier de Burgos una nueva división administrativa. Este es un personaje interesante, periodista, biógrafo, dicen que dramaturgo, pero pasó a la historia por su papel en la política. Un afrancesado que iba para clérigo en Granada, pero dejó el seminario y se trasladó a Madrid para estudiar jurisprudencia. Durante la ocupación francesa desempeñó diferentes cargos en la administración Bonaparte en Andalucía. Fue Cea Bermúdez quien lo nombró Secretario de Fomento, cargo desde el que desarrollaría la importante labor de dotar a España de un nuevo sistema territorial.
Mapa de 1847 en el que se recoge la división provincial de 1833 ya con algunas modificaciones.
En los bordes aparecen ilustrados hitos representativos de cada una de las capitales de provincia.
En los bordes aparecen ilustrados hitos representativos de cada una de las capitales de provincia.
En esencia, Javier de Burgos tomó como base el intento de delimitación administrativa de 1822, aunque redistribuyó la división para pasar de 52 provincias a 49, esencialmente las que perduran en la actualidad con la salvedad de que Canarias fue dividida en 2 provincias. Supuestamente se aplicaron criterios racionales, generalmente geográficos, históricos, tratando de tener en consideración los antiguos reinos, aunque a nadie se el escapan los intereses económico-políticos que también provocaron "ajustes" en la propuesta. Hasta nuestros días ha habido cambios, pero la base ha sido esta y ha permanecido bastante fiel a su origen. Han sido más importantes los cambios a nivel regional, muy palpables en el caso de ambas Castillas o Murcia.
Sintetizar toda esta información es casi imposible, invito al personal a bucear en la historia y descubrir el porqué de las cosas.
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