La palabra Ecúmene ha sufrido
un vuelco de significado según la humanidad ha pasado de concebir geográficamente
el entorno y el mundo como algo inhóspito y mitológico a cartografiar hasta el
último centímetro cuadrado del planeta. De esta forma, mientras que en las
épocas antiguas, Ecúmene era la
palabra con al que se referían a la parte de tierra que estaba bajo dominio de
una cultura y civilización propia, excluyendo al territorio oculto que quedaba más allá de sus fronteras y/o
conocimiento, actualmente Ecúmene se
refiere a la “Comunidad humana que habita una porción extensa de la Tierra”
(Real Academia Española), pues el más allá geográfico ya no existe.
Es cierto, situándonos en la Grecia clásica no seguimos el avance de la
historia respecto a los anteriores artículos. Pero con total libertad se ha
considerado que uno de los más insignes
personajes de la geografía antigua
merecía un viaje atrás en el tiempo. Éste, seguramente será más recordado por
ser el padre de la historia, pero Heródoto de Halicarnaso (s. V aC) fue sin
duda un geógrafo excepcional, y en gran parte, sin saberlo, de los primeros geopolíticos que ha existido nunca.
Heródoto fue el personaje que escribió la épica obra Historia. En ésta narra una descripción y
la historia del mundo antiguo que se conocía, la Ecúmene de su época, es decir el mundo conocido por los griegos,
formada por, tal y como el mismo comenta,
“tres son las partes del mundo, según
confiesan: la Europa, la Asia y la Libia”.
La excelencia y singularidad de la narración estriba en la descripción
de cómo los diferentes pueblos de su época habitan los territorios conocidos, su
cultura y religión, economías, así como las relaciones que se establecen entre
los mismos, es decir, una explicación geopolítica del mundo antiguo, la
Enciclopedia (no) ilustrada del Siglo V aC.
Es significativo, por ejemplo como, en el segundo libro de los nueve
que componen la obra, cuenta de primera mano todo lo relacionado con Egipto. En
ella trata desde las tradiciones de la gente hasta la fauna que habita en su
territorio. Pero seguramente lo importante es como hace una descripción territorial
de la civilización egipcia, enclavándola en una porción de tierra concreta y
definiendo los límites de la misma en una época en que la descripción de
fronteras era algo más relacionado con la geografía que la política. De esta
forma, por ejemplo, los límites de Egipto quedan enmarcados a las poblaciones
que viven en torno al Delta del Nilo y “beben” de sus aguas, y es por ello que,
tal y como remarca, los ciudadanos de Apis y Marea que se consideraban Libios,
pierden tal condición al ser considerados como egipcios al utilizar las aguas
del Nilo.
Una parte muy
interesante de los libros, es el relato que
realiza de las zonas más remotas y los pueblos que habitan en ellas, y como
describe la manera que a partir de la tradición oral se va conociendo el mundo
hasta llegar a los confines del contacto humano, donde el territorio se
“rellena” mediante fábulas y mitología. Pongamos el caso de una de las zonas
eurasiáticas más desconocidas del primer milenio antes de Cristo, la región que
va del Mar Negro hasta Siberia, y que Heródoto trata en el Libro IV: Melpómene.
Como es bien sabido,
en la orilla norte del Mar Negro estaban los Escitas, civilización floreciente
entorno al siglo IV aC cuando ocupaba el territorio desde dicho mar hasta las
fronteras Chinas. En la época de Heródoto, esta civilización habitaba en el
área al norte del mar Negro. A partir de aquí se describe la geografía y
demografía de la zona tal y como lo hace Heródoto, habiendo él estado de
primera mano en la región Escita y luego a partir de la tradición oral.
“Del otro lado del Tanais (Río Don) ya no se halla la tierra de los Escitas, siendo aquel el primer límite del país de los Sautómatas, quienes empezando desde la laguna Maeotis (Mar de Azov) ocupan el viento Bóreas (norte) por espacio de 15 jornadas…”(interesante descripción geográfica según percepción de las distancias)
“En la región que sigue más arriba de ellos viven los Budinos, quienes viven en un suelo que llega a ser un bosque de toda suerte de árboles…”
“Sobre los Budinos hacia el Bóreas se halla ante todo un país desierto por espacio de ocho jornadas, y después, inclinándose algo hacia el viento Subsolano (Este), están los Tissagetas nación cazadora. Confinantes suyos y habitantes de los mismos contornos son unos pueblos que llaman Yurgas, y viven también de lo que cazan, lo cual practican del siguiente modo…”
“Más allá, tirando hacia Oriente, viven otros Escitas que sublevados contra los Regios se retiraron hacia aquellos países…”
En este punto incluye
una descripción de cómo es el paisaje de esta zona, lógicamente estamos
situados en las llanuras rusas al norte del Caspio, antes de llegar a los
Urales y pasamos de “una llanura de terreno grueso y profundo; pero allí
empieza a ser áspero y pedregoso”.
“Después de pasado un gran espacio de este fragoso territorio, al pie de unos altos montes (por fin en los Urales) viven unos pueblos de quienes se dice ser todos calvos…. El nombre de esta gente es el de Argipeos…”Sobre los Argipeos hace toda una descripción de tradiciones culturales y estilos de vida que claramente se basan en el boca a boca, pero es importante porque Heródoto es casi la única fuente que habla de la existencia de esta gente.
Llegados aquí,
Heródoto ya no se fía de la tradición oral, pues se basa más en mitología que
en el conocimiento real de la existencia de los pueblos nombrados. El único del
que está convencido de su existencia es de los Isedones
“Así que el país hasta dichos calvos es un país descubierto y conocido; pero nadie puede hablar con fundamento de lo que hay más allá, por cuanto corta el país una cordillera de montes inaccesibles que nadie ha traspasado. Verdad es que los calvos nos cuentan cosas que jamás se me harán creíbles, diciendo que en aquellos montes viven los Egípodas, hombres con pies de cabra, y que más allá hay otros hombres que duermen un semestre entero como si fuera un día, lo que de todo punto no admito. Lo que se sabe y se tiene por averiguado es que los Isedones habitan al Oriente de los calvos ; pero la parte que mira al Bóreas ni los calvos ni los Isedones la tienen conocida, excepto lo dicho, que ellos quieren darnos por sabido.”Finalmente añade que más allá al Oriente de los Isedones habitaban los Arimaspos, hombres de un solo ojo en la cara, después de estos están los Grifes “que guardan el oro del país”, y más lejos de estos habitan hasta la costa del mar los hiperbóreos.
Es decir, que desde
los Isedones, que podríamos situarlos en la cuenca del Irtish cuando desemboca
en el Obi, a oriente hasta el Pacífico (casi 3000km) y hacia el norte, la
rumorología colocaba pueblos dignos de las mejores películas de ficción
actuales, vamos que no tenían idea de lo que había.
Arriba:
Mapamundi de Heródoto
Fuente:
Longman´s Atlas of Ancient Geography. New York, London and Bombay, 1.902.
Abajo:
Posible localización de los pueblos descritos sobre una imagen de satélite
Fuente: Elaboración propia
Es formidable la descripción que hace Heródoto
de esta región y el resto del mundo a partir de su propia experiencia y
tradición oral. La reconstrucción de la historia, demografía y geografía que
hace de su Ecúmene es sin duda uno de
los mejores trabajos de historia jamás realizados y se deduce el amor que
sentía por conocer su mundo y descubrir nuevos asentamientos o lugares en cómo
se expresa y emite opiniones a lo largo de todas las páginas del libro. Este
misterio es sin duda imposible hoy en día pues en la tierra ya no queda Ecúmene de Heródoto...bueno, siempre nos
quedará el espacio.
Por favor, si tenéis la oportunidad no dejéis de leer algunos capítulos
de sus libros, pues distan mucho de ser una aburrida descripción de geografía e
historia atribuible a muchos libros de enseñanza y textos actuales.
0 comentarios:
Publicar un comentario