Retomamos el relato de historia de la cartografía, contada a través de los estilos de representaciones asociadas a diferentes épocas, y a la vez, poniendo sobre la mesa el discurso de lo importante de ver como el poder de los mapas puede ser utilizado para transmitir mensajes conceptuales o una visión condicionada del mundo más allá de la simple representación cartográfica. Con este objetivo nos situamos en la Alta Edad Media de los territorios cristianos.
Éste es un momento histórico determinante, y, lamentablemente, no lo es tanto porque se experimentara un gran desarrollo o se dieran grandes avances, sino más bien lo contrario. Como en casi todos los ámbitos de la cultura, el arte e incluso la tecnología, una influencia excesiva del poder religioso y el uso que se hacía del mismo para ejercer el control sobre las conductas y las creencias de la época, condicionó en gran parte un impedimento sobre los avances que se venían produciendo en materia de cartografía. Incluso, no contento con eso, se impusieron ciertas tendencias de trabajo para el desarrollo de la misma.
Bajo esta opresión del credo religioso, en Europa aparecieron los conocidos “mapas con estructura de T en O”. Se trata en general de una serie, casi una escuela, de cartografía que bajo unas reglas muy estrictas en su ejecución, pretendían ser mapamundis de la tierra conocida a la vez que pretendían inculcar un fuerte mensaje teológico.
El primero de estos mapas se le atribuye al mismísimo patrón de los topógrafos y cartógrafos, San Isidoro de Sevilla (~556dC – 636dC), y posteriormente se utilizaron en Europa durante aproximadamente 800 años. El nombre de mapa T en O lógicamente no es una coincidencia y tiene un doble significado.
• Por una parte proviene de la expresión latina Orbis Terrarum que era el nombre que se les daba a los mapas en aquella época y que significa el “Círculo de la Tierra”. En ese momento la tierra se concebía como un espacio plano circular rodeada del inmenso océano.
• El segundo significado tiene que ver con la construcción del mapa en sí, establecidas las normas por el propio San Isidoro de Sevilla. La O representa el círculo terrestre rodeado por el océano y la T la división de tierras conocidas hasta ese momento (Europa, Asia y África), destacando que en la mayoría de mapas de esa época, el este se colocaba al norte. De esta singular manera, la estructura general del mapa era una masa de tierra encima del lado horizontal de la T que representaba Asia, separada de la masa terrestre de la izquierda que representaba Europa por el Río Don y el Mar Negro y de la derecha que representaba África por el Nilo. Finalmente, el lado vertical de la T representa el Mar Mediterráneo y separa África de Europa.
Esta representación tan estructural de la T, que se mantuvo durante siglos, aun habiendo existido una evolución en los detalles representados en el mapa (orografía, masas de agua, ciudades, etc.), conduce a los primeros y más destacados conceptos religiosos de los mapas T en O, pues por un lado es claramente la representación de la cruz de Jesucristo, mientras que a la vez localiza de forma inequívoca Jerusalén en el centro del mundo y más allá…
Izquierda: Primer mapa T en O documentado de San Isidoro de Sevilla
Derecha: Mapamundi de Hereford (aproximadamente del 1300dC)
Asimismo, los propios mapas, acompañando elementos geográficos reales, incluían referencias a aspectos de la Biblia o fantásticos. En el primero de todos (imagen de la izquierda) se puede ver cada uno de los nombres de los hijos de Noé asignados a las masas de tierras representadas. En los últimos, como el mapamundi de Hereford, ya se abandona la estructura más clásica de T y se persigue una representación más fidedigna de la geografía conocida, pero se continúan incluyendo ciertos mensajes religiosos como un pantocrátor fuera del círculo en la parte superior, justo encima de una isla que representa el paraíso terrenal y a la que todos queremos poder llegar.
Estos mapas, aun siendo algunos una representación cartográfica sublime, muestran el poder de la imagen en su forma de representación geográfica. En una época en la que sólo algunos “elegidos” sabían leer y escribir, el uso de las herramientas de divulgación de conocimiento y del mundo desde una perspectiva religiosa, reforzaba firmemente la posición de privilegio de la Iglesia entre las clases dominantes, pues su influencia no alcanzaba tanto a las clases bajas puesto que estás no tenían un concepto espacial más allá de su propia aldea y alrededores. Podría decirse que son los inicios del uso de la cartografía como herramienta de hacer geopolítica de la historia.
Esta forma de realizar mapas fue decayendo según se avanzó en descubrimientos como el de América o surgen necesidades de representaciones más reales, como las debidas a la realización de portulanos que ayuden al desarrollo de la navegación y de los que ya se habló en otro artículo. Aun así, no hay que menospreciar que se trata de casi 800 años de la contraposición del desarrollo de una ciencia frenada bajo el prisma de creencias o ideologías, en este caso religiosas.
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