28 feb 2014

¿Más allá de Ecúmene?

La palabra Ecúmene ha sufrido un vuelco de significado según la humanidad ha pasado de concebir geográficamente el entorno y el mundo como algo inhóspito y mitológico a cartografiar hasta el último centímetro cuadrado del planeta. De esta forma, mientras que en las épocas antiguas, Ecúmene era la palabra con al que se referían a la parte de tierra que estaba bajo dominio de una cultura y civilización propia, excluyendo al territorio oculto que  quedaba más allá de sus fronteras y/o conocimiento, actualmente Ecúmene se refiere a la “Comunidad humana que habita una porción extensa de la Tierra” (Real Academia Española), pues el más allá geográfico ya no existe.

Es cierto, situándonos en la Grecia clásica no seguimos el avance de la historia respecto a los anteriores artículos. Pero con total libertad se ha considerado que uno de los más  insignes personajes de la  geografía antigua merecía un viaje atrás en el tiempo. Éste, seguramente será más recordado por ser el padre de la historia, pero Heródoto de Halicarnaso (s. V aC) fue sin duda un geógrafo excepcional, y en gran parte, sin saberlo, de los primeros  geopolíticos que ha existido nunca.

Heródoto fue el personaje que escribió la épica obra Historia. En ésta narra una descripción y la historia del mundo antiguo que se conocía, la Ecúmene de su época, es decir el mundo conocido por los griegos, formada  por, tal y como el mismo comenta, “tres son las partes del mundo, según confiesan: la Europa, la Asia y la Libia”.

La excelencia y singularidad de la narración estriba en la descripción de cómo los diferentes pueblos de su época habitan los territorios conocidos, su cultura y religión, economías, así como las relaciones que se establecen entre los mismos, es decir, una explicación geopolítica del mundo antiguo, la Enciclopedia (no) ilustrada del Siglo V aC.

Es significativo, por ejemplo como, en el segundo libro de los nueve que componen la obra, cuenta de primera mano todo lo relacionado con Egipto. En ella trata desde las tradiciones de la gente hasta la fauna que habita en su territorio. Pero seguramente lo importante es como hace una descripción territorial de la civilización egipcia, enclavándola en una porción de tierra concreta y definiendo los límites de la misma en una época en que la descripción de fronteras era algo más relacionado con la geografía que la política. De esta forma, por ejemplo, los límites de Egipto quedan enmarcados a las poblaciones que viven en torno al Delta del Nilo y “beben” de sus aguas, y es por ello que, tal y como remarca, los ciudadanos de Apis y Marea que se consideraban Libios, pierden tal condición al ser considerados como egipcios al utilizar las aguas del Nilo.

Una parte muy interesante de los libros, es  el relato que realiza de las zonas más remotas y los pueblos que habitan en ellas, y como describe la manera que a partir de la tradición oral se va conociendo el mundo hasta llegar a los confines del contacto humano, donde el territorio se “rellena” mediante fábulas y mitología. Pongamos el caso de una de las zonas eurasiáticas más desconocidas del primer milenio antes de Cristo, la región que va del Mar Negro hasta Siberia, y que Heródoto trata en el Libro IV: Melpómene.

Como es bien sabido, en la orilla norte del Mar Negro estaban los Escitas, civilización floreciente entorno al siglo IV aC cuando ocupaba el territorio desde dicho mar hasta las fronteras Chinas. En la época de Heródoto, esta civilización habitaba en el área al norte del mar Negro. A partir de aquí se describe la geografía y demografía de la zona tal y como lo hace Heródoto, habiendo él estado de primera mano en la región Escita y luego a partir de la tradición oral.
“Del otro lado del Tanais (Río Don) ya no se halla la tierra de los Escitas, siendo aquel el primer límite del país de los Sautómatas, quienes empezando desde la laguna Maeotis (Mar de Azov) ocupan el viento Bóreas (norte) por espacio de 15 jornadas…”(interesante descripción geográfica según percepción de las distancias) 
“En la región que sigue más arriba de ellos viven los Budinos, quienes viven en un suelo que llega a ser un bosque de toda suerte de árboles…”
“Sobre los Budinos hacia el Bóreas se halla ante todo un país desierto por espacio de ocho jornadas, y después, inclinándose algo hacia el viento Subsolano (Este), están los Tissagetas nación cazadora. Confinantes suyos y habitantes de los mismos contornos son unos pueblos que llaman Yurgas, y viven también de lo que cazan, lo cual practican del siguiente modo…”
“Más allá, tirando hacia Oriente, viven otros Escitas que sublevados contra los Regios se retiraron hacia aquellos países…”
En este punto incluye una descripción de cómo es el paisaje de esta zona, lógicamente estamos situados en las llanuras rusas al norte del Caspio, antes de llegar a los Urales y pasamos de “una llanura de terreno grueso y profundo; pero allí empieza a ser áspero y pedregoso”.
“Después de pasado un gran espacio de este fragoso territorio, al pie de unos altos montes (por fin en los Urales) viven unos pueblos de quienes se dice ser todos calvos…. El nombre de esta gente es el de Argipeos…”
Sobre los Argipeos hace toda una descripción de tradiciones culturales y estilos de vida que claramente se basan en el boca a boca, pero es importante porque Heródoto es casi la única fuente que habla de la existencia de esta gente.

Llegados aquí, Heródoto ya no se fía de la tradición oral, pues se basa más en mitología que en el conocimiento real de la existencia de los pueblos nombrados. El único del que está convencido de su existencia es de los Isedones
“Así que el país hasta dichos calvos es un país descubierto y conocido; pero nadie puede hablar con fundamento de lo que hay más allá, por cuanto corta el país una cordillera de montes inaccesibles que nadie ha traspasado. Verdad es que los calvos nos cuentan cosas que jamás se me harán creíbles, diciendo que en aquellos montes viven los Egípodas, hombres con pies de cabra, y que más allá hay otros hombres que duermen un semestre entero como si fuera un día, lo que de todo punto no admito. Lo que se sabe y se tiene por averiguado es que los Isedones habitan al Oriente de los calvos ; pero la parte que mira al Bóreas ni los calvos ni los Isedones la tienen conocida, excepto lo dicho, que ellos quieren darnos por sabido.”
Finalmente añade que más allá al Oriente de los Isedones habitaban los Arimaspos, hombres de un solo ojo en la cara, después  de estos están los Grifes “que guardan el oro del país”, y más lejos de estos habitan hasta la costa del mar los hiperbóreos.

Es decir, que desde los Isedones, que podríamos situarlos en la cuenca del Irtish cuando desemboca en el Obi, a oriente hasta el Pacífico (casi 3000km) y hacia el norte, la rumorología colocaba pueblos dignos de las mejores películas de ficción actuales, vamos que no tenían idea de lo que había.

Arriba: Mapamundi de Heródoto
Fuente: Longman´s Atlas of Ancient Geography. New York, London and Bombay, 1.902.

Abajo: Posible localización de los pueblos descritos sobre una imagen de satélite
Fuente: Elaboración propia

Es formidable  la descripción que hace Heródoto de esta región y el resto del mundo a partir de su propia experiencia y tradición oral. La reconstrucción de la historia, demografía y geografía que hace de su Ecúmene es sin duda uno de los mejores trabajos de historia jamás realizados y se deduce el amor que sentía por conocer su mundo y descubrir nuevos asentamientos o lugares en cómo se expresa y emite opiniones a lo largo de todas las páginas del libro. Este misterio es sin duda imposible hoy en día pues en la tierra ya no queda Ecúmene de Heródoto...bueno, siempre nos quedará el espacio.

Por favor, si tenéis la oportunidad no dejéis de leer algunos capítulos de sus libros, pues distan mucho de ser una aburrida descripción de geografía e historia atribuible a muchos libros de enseñanza y textos actuales.

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